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El tremendo éxito de Superman posibilitó que la continuación, de la que se habían rodado muchas escenas, pudiera ser terminada. Sin embargo, un acontecimiento varió el rumbo de la misma muy poco después del estreno de la primera parte. Richard Donner se hallaba en su casa, relajándose tras el durísimo trabajo que había tenido que realizar, y se preparaba para volver rápidamente a la filmación del resto de las escenas cuando recibió un telegrama por parte del productor Alexander Salkind: "Ya no necesitamos más tus servicios. Muchas gracias". De esta manera tan simple fue despedido el director que había posibilitado que Superman llegara a la gran pantalla con unos excelentes resultados comerciales y artísticos dentro del género.
Donner, sin lugar a dudas, pagó muy caro el hecho de imponer en todo momento su voluntad sobre la de los productores a la hora de rodar la película. Éstos consideraban culpable al director del excesivo presupuesto y los continuos retrasos sobre el plan original debido a su perfeccionismo (por ejemplo, Donner tardó seis meses en aprobar la escena del helicóptero e hizo volver a Derek Meddings y Paul Wilson del rodaje de Moonraker para volver a filmar la rotura de la presa con el fin de que fuera perfecta). Y por si esto fuera poco, el resultado final de producto no era del agrado de los Salkind, cuya visión del personaje era mucho más parecida a la del guión firmado por Puzo, los Newman y Robert Benton.
Estos hechos propiciaron muchas deserciones en el rodaje, puesto que la mayoría de los miembros del equipo técnico y artístico estaban a favor de Donner. John Williams se negó a repetir su papel de compositor de la banda sonora, Stuart Baird no quiso ser el montador de la segunda parte, John Barry se marchó para dirigir la película Saturno 3 (1980), durante cuyo rodaje fallecería víctima de una meningitis a los 44 años de edad, y Geoffrey Unsworth ya había fallecido.
Donner, Williams, Baird, Barry y Unsworth, junto con el equipo de efectos especiales habían sido los cinco pilares básicos sobre los que se sostuvo la primera parte, y como vemos ninguno de ellos participó en la secuela.
Richard Lester tomó las riendas de la dirección del film, y llamó a su habitual colaborador Ken Thorne para que compusiera nueva música y adaptase la ya escrita por John Williams -cosa que pudo hacerse puesto que no era propiedad del compositor sino de la Warner-. John Victor Smith fue el nuevo montador, Peter Murton, un diseñador de producción inglés, construiría los decorados necesarios y Robert Paynter [BSC], un inglés conocido más que nada por sus trabajos para John Landis en los ochenta, fue el director de fotografía. Pese a los cambios y debido a que gran parte del metraje filmado por Donner permaneció en la segunda parte, tanto John Barry como Geoffrey Unsworth aparecen acreditados en el film.
Este baile de nombres supuso algunos de los títulos de crédito más absurdos de la historia:
Lester estaba de acuerdo con los Salkind en el enfoque que éstos querían hacer de la película, por lo que Tom Mankiewicz (que recordemos había reescrito el guión de las dos películas) fue también despedido y en su lugar David y Leslie Newman fueron de nuevo llamados para reescribir de nuevo el guión.
Gene Hackman, furioso por el despido de Donner (que le había convencido para que aceptara el papel pese a las reticencias previas del actor), se negó a participar en el nuevo rodaje con Lester. Como la mayoría de sus escenas ya habían sido rodadas, se utilizaron dobles de cuerpo y de voz para suplir su ausencia. Con Marlon Brando lo ocurrido fue distinto. El actor ya había cobrado lo estipulado en su contrato y había terminado todo su trabajo, pero el porcentaje sobre los beneficios del film que poseía era inmenso debido a las grandes recaudaciones y los Salkind, seguros de que la participación de Brando en la secuela no iba a ser necesaria para obtener el éxito deseado, decidieron eliminar su personaje para ahorrar el pagarle su porcentaje de la segunda parte. Por ello, en la escena inicial de la película (que vuelve a mostrar como los tres villanos son expulsados de Krypton), Brando no aparece y su voz es imitada por otra persona.
Se estima que el metraje que ya había rodado Donner para la segunda parte era de alrededor del 70% (incluyendo numerosos efectos especiales que ya habían sido completados en la época del primer film). Debido a esto, la Director's Guild (organismo que dirime los conflictos sobre acreditaciones en pantalla cuando más de un director ha rodado una película) podría haberle otorgado el crédito de director en solitario. Por ello, Lester no sólo se concentró en acabar el rodaje sino que volvió a rodar numerosas escenas que ya habían sido rodadas por Donner para adaptarlas a su gusto e introdujo varias secuencias completas que no estaban en el guión original de Tom Mankiewicz.
El rodaje de las secuencias finales de Superman II por Richard Lester comenzó en julio de 1979. El estreno de Superman II fue en diciembre de 1980 en Europa y en 1981 en Estados Unidos, donde recaudó una cifra total de 108 millones de dólares. El presupuesto total se estima que ascendió a 54 millones de dólares.
Los resultados
El díptico de Superman fue desde luego un éxito desde el punto de vista comercial y sobre todo la primera parte también un triunfo artístico por parte de su director Richard Donner. Las ideas que plasmó en la pantalla -gracias a la inestimable participación de Tom Mankiewicz en el guión final- son totalmente suyas y no dejó que los productores influyeran en el resultado final. El tono que deseaba para su película se aprecia desde la primera línea de diálogo que pronuncia Jor-El al comienzo: "Esto no es fantasía". El resultado final fue un producto decididamente adulto y serio que aún así permitía abundantes toques de comedia (el personaje de Clark Kent o el dúo Lex Luthor-Otis) y era fiel al cómic en cuanto a su estética y contenido.
Las escenas que Donner rodó y que permanecen en Superman II siguen esa misma línea; los villanos son fríos y distantes y la película mantiene en esos momentos el tono serio y hasta oscuro que el director quería para la secuela. En cambio Lester decidió hacer otro tipo de película y por eso introdujo secuencias como el ataque al pueblo de Houston (con Clifton James en un papel calcado al J.W. Pepper que ya interpretara en la saga Bond) o abundantes momentos cómicos incluso durante las secuencias de acción (como el hombre hablando por teléfono durante la lucha en Metrópolis), mucho más cercanos al infantilismo "camp" de la serie televisiva de Batman, modelo caricaturesco que Donner trató de evitar a toda costa.
Superman II es una película irregular. Tras el espléndido montaje a base de tomas extraídas de la primera parte, Lester monta una efectiva secuencia en París, pero tanto las escenas posteriores en las cataratas del Niágara así como los sucesivos ataques de los tres villanos no funcionan tan bien como algunas de las secuencias rodadas por Donner (en especial el ataque a la Casa Blanca, con el general Zod pidiendo al presidente de EEUU que se arrodille ante él). Lester fue siempre un buen director de comedia (sus trabajos con los Beatles), e incluso su incursión en el cine catastrófico con El enigma se llama Juggernaut (1974) es una obra cumbre del género, pero no era un buen director de cine fantástico. Como el mismo reconoció, ni siquiera había leído un cómic de Superman cuando entró a formar parte del proyecto en 1977.
Las bajas sufridas por el despido de Donner también se dejan notar en el producto final. La banda sonora es un calco de la primera parte al no disponer de John Williams y al limitarse Ken Thorne a reorquestar temas previos. Williams podría haber proporcionado nuevos matices a la historia a través de su música e ir un poco más allá de su extraordinaria composición de la primera parte (como ya hiciera en El imperio contraataca y en menor medida incluso en Tiburón 2). El montaje de John Victor Smith no está mal, pero la estructura de montajes paralelos (Lois y Clark por un lado, Luthor y Teaschmacher y los tres villanos por otro) carece de la agilidad y dinamismo que Stuart Baird consiguió para el film original. Peter Murton era sin lugar a dudas un buen diseñador de producción, pero se hallaba limitado a realizar decorados calcados a los que John Barry había hecho y sobre todo, Robert Paynter no sale demasiado airoso al fotografiar el film. Su labor era realmente complicada, puesto que Geoffrey Unsworth filmó todo el material relativo a la secuela con el filtro de niebla de grado dos y con un estilo muy personal. Paynter varió el concepto fotográfico, y la mayoría de sus escenas están rodadas con poca difusión o sin ella, por lo que la película queda visualmente inconsistente y con un aspecto inferior al original. También hay mucha diferencia entre los primeros planos rodados por Unsworth (probablemente uno de los mejores directores de fotografía de todos los tiempos en este campo), y los rodados por Paynter (mucho más planos y sin apenas detalle).
Pese a que el equipo de efectos visuales fue el mismo (con la excepción de Wally Veevers), la secuela también resulta mucho más pobre en este apartado. El tiempo que tuvieron los artistas para completar muchos planos de efectos fue limitado, y se deja notar sobre todo en el abuso de la pantalla azul para las secuencias de vuelo de Superman, puesto que el proceso Zoptic y la proyección frontal eran mucho más laborioso al requerir filmar tanto a Superman como la placa trasera al mismo tiempo.
Sin embargo, Superman II es una continuación estimable. La mano de Donner y Mankiewicz (este último permanece acreditado puesto que muchas de sus ideas llegaron a utilizarse) impidió que la película se convirtiera en la cara comedia que Lester y los Salkind querían que fuera. Cuando en 1983 Lester dirigió Superman III (con guión de David Newman y Leslie Newman y producida por los Salkind) se vio claramente cómo habría sido Superman II sin la presencia en la sombra de Donner y Mankiewicz.
Gracias a Dios, o más bien al DVD, hoy podemos ver al fin el montaje de Richard Donner de Superman II.
Nacho Aguilar