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Introducción |
Una vez adquirido nuestro nuevo y flamante equipo de home cinema viene una de las decisiones quizás más difíciles que podemos tener: La correcta colocación de este sistema en el recinto que hemos pensado para ello. Algo tan complejo o sencillo como esto es motivo de muchos disgustos por parte de los usuarios, que culpan a menudo a su equipo de problemas de sonido que se deben sólo a una mala colocación y/o incorrecta sonorización de la sala de escucha.
El procedimiento más adecuado para la correcta colocación de nuestro sistema sería la contratación de profesionales expertos en acústica, ya que ellos disponen de los medios posibles para poder solucionar todos los problemas que puedan surgir, tanto de forma directa como indirecta, no solo en la ubicación de estos componentes sino también en todos los demás aspectos asociados con el sonido. Pero desdichadamente esto no siempre es posible por diversos motivos: problemas económicos (no es nada barato la contratación de estos servicios), no hay una disponibilidad en todos los lugares, etc.
Este artículo pretende ser sólo una pequeña ayuda para todos los usuarios que se enfrentan a esta situación y no disponen de los medios más adecuados para solucionar la correcta colocación de su sistema de sonido. En ningún momento se pretende que sea una serie de normas que hay que seguir al pie de la letra, ya que, como se verá a lo largo del mismo, esto es imposible.
La base fundamental para todo será un típico sistema de sonido 5.1, que es el que por lo general se suele adquirir. No obstante, se tendrá también en consideración la colocación de otros sistemas de sonido menos extendidos de reciente aparición en el mercado.
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La sala de escucha |
Aunque este punto pueda parecer trivial, es quizás el más importante y definitivo. En efecto, dependiendo de los materiales empleados en su construcción, dimensiones de ésta, mobiliario y otros factores, se van a producir los defectos y problemas más indeseables en la escucha de cualquier sistema de sonido como son las alteraciones o coloraciones en el sonido original, que ocasionan reflexiones, vibraciones o pérdidas de frecuencias, etc.
Estas perturbaciones no sólo alteran el sonido modificándolo, sino que incluso pueden llegar a ser muy molestas para la correcta escucha de nuestro sistema de sonido.
Así, la primera pregunta que debemos plantearnos sería: ¿En qué habitación de la casa coloco mi sistema de home cinema?
La respuesta más fácil y sencilla y, por supuesto, la mejor de todas las situaciones posibles es: "dispongo de una habitación exclusivamente dedicada para el recién adquirido sistema de home cinema". Pero, como todo en esta vida, siempre existe un ligero problema, y es que en España son muy pocas las personas - por no decir ninguna - que tienen esta situación tan ideal.
Y, por suerte o por desgracia, nuestro equipo debe "compartir" habitación con alguna de las estancias habituales de la casa, que por norma general es nuestro salón - y es sobre esta habitación de lo que se tratará a lo largo de todo este artículo.
No obstante, la solución anterior tan ideal no estaría libre de inconvenientes, ya que problemas como las pérdidas (fugas) de sonido, el aislamiento acústico, la colocación adecuada de los asientos, la instalación eléctrica diseñada para evitar interferencias, el sistema de iluminación o el diseño adecuado del interior de la sala se acentúan. Al disponer de una habitación pensada exclusivamente para nuestro conjunto, lo mejor es desarrollarla desde cero para que sea lo más perfecta y adecuada para este menester, con lo cual el gasto se puede disparar.
Pero esto no quiere decir que todos estos problemas no se vayan a producir en nuestra habitación habitual — es decir, el salón — sino todo lo contrario. Pero en este caso, hay situaciones que difícilmente las podremos solucionar por unos motivos u otros, pues por la simple compra de un sistema de home cinema nadie va a cambiar el mobiliario, mejorar la instalación eléctrica o efectuar aislamiento acústico.
Sin embargo, estos inconvenientes también se pueden minimizar en nuestro salón con unas ligeras modificaciones, sin suponer una gran inversión.