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Cuando se tiene cualquier componente cuya característica principal es el manejo o proceso de señales de vídeo como un televisor LCD o de plasma, un proyector o incluso un televisor convencional, siempre se plantea la duda de cómo conectarlo de la mejor manera posible para obtener la máxima calidad en la señal de vídeo. Esto es particularmente importante con la llegada de los formatos de alta definición Blu-ray y HD-DVD, con los que por fin podemos acceder a una imagen de alta calidad impensable hasta ahora. El problema surge debido a la existencia de múltiples tipos de conexiones de vídeo en cada componente que dan como resultado una importante diferencia en la calidad de visionado según la conexión elegida. De hacer una mala elección estaremos desperdiciando la alta calidad que las nuevas tecnologías nos ofrecen; de ahí la importancia de una correcta elección.
Hasta hace relativamente poco las conexiones de vídeo eran todas analógicas, pero en la actualidad disponemos por fin de conexiones digitales estándares -HDMI y DVI- que se están imponiendo y que coexisten con las analógicas. La importancia del HDMI y del DVI radica en que nos estamos moviendo en un entorno en el que tanto los dispositivos de generación de cualquier imagen de vídeo como los dispositivos finales de visualización son digitales al 100%, pero al usar un conector analógico las señales que vamos transportando de un lado a otro son analógicas, con lo cual tenemos una doble conversión (digital/analógico y posteriormente analógico/digital). Al mantener las señales libres de cualquier tipo de conversión tendremos una menor degradación en la información transmitida.
Vamos a analizar los diferentes tipos de conexiones de vídeo estándares indicando cuáles son los que, a priori, van a darnos la máxima calidad de imagen abordando por separado tanto los conectores analógicos como los digitales. Aunque hay que tener siempre presente que existen diversos factores que influyen en la conexión; por ejemplo los tipos de cables empleados, la presencia de interferencias o el desarrollo e implementación de los diferentes tipos de conexión por parte de cada fabricante. A pesar de que un tipo de conexión sea en teoría de mayor calidad, el fabricante puede haber desarrollado esos componentes con un nivel de calidad inferior a otro tipo de conexión, con lo que tendría en principio una señal de vídeo de menor calidad respecto a otro teóricamente inferior. Y aunque se supone que todas las características técnicas de una determina señal de video son un estándar y debería de cumplirse, no siempre el fabricante atiende a esas especificaciones y las cumple al 100%.
En este especial nos detendremos en la formación del color en los dispositivos de visualización y sus diferentes peculiaridades. Asimismo, veremos los formatos de vídeo existentes y, por último, los conectores tanto analógicos como digitales. De este modo tendremos claros todos los aspectos que afectan a la señal de vídeo tanto teóricos como prácticos.
Isaac Newton (1642-1727), entre sus muchos descubrimientos científicos, estableció en el año 1669 una teoría acerca de la composición de la luz blanca y su formación en función de una serie de componentes básicos.
Cuando un rayo de luz blanca se hace pasar a través de un prisma, como el del dibujo, las diferentes longitudes de onda que forman el espectro de la luz blanca, van a viajar a diferente velocidad debido a la doble refracción al cambiar de medio y se producirá una curvatura diferente, descomponiéndose en un espectro que contiene todas las longitudes de onda de forma independiente. Produciéndose en la salida el espectro cromático de esa luz blanca de forma análoga a la que se ve a continuación.
Efectivamente, éste es el típico experimento que todos, en menor o mayor proporción, hemos realizado en el colegio: la descomposición de la luz blanca en sus respectivos componentes.
Esta luz blanca que ha sido descompuesta en cada de sus respectivos componentes, teniendo diferente longitudes de onda cada uno de ellos, si los pudiésemos volver a juntar todos otra vez, se obtendría de nuevo el color blanco de partida. Pero ya en esa época, se dieron cuenta de que no es absolutamente necesario mezclar todos y cada uno de los componentes obtenidos, sino que con sólo la unión o suma de tres colores básicos principales -el color rojo, el color verde y el color azul- se obtiene el mismo resultado formándose de nuevo la luz blanca inicial. Por ello a esos tres colores (rojo, verde y azul) se les denomina colores primarios, ya que permiten obtener el color blanco y cualquier combinación que se realice con ellos servirá para obtener cualquier otro color del espectro cromático.
Las televisiones en color se basan precisamente en lo apuntado anteriormente; es decir, en los principios físicos que rigen el denominado color aditivo o suma de colores primarios para obtener cualquier otro color del espectro cromático. Por este motivo, el ver un poco más en detalle este proceso nos puede hacer comprender un poco mejor su fundamento y, sobre todo, su funcionamiento.
Como se ha comentado en el apartado anterior, la suma de los tres colores primarios, básicos o fundamentales (rojo, verde y azul) en la misma proporción e intensidad va a dar como resultado la obtención del color blanco, tal como se aprecia en el dibujo. Además, la mezcla de dos de los colores primarios (por ejemplo el rojo y el verde en la misma proporción e intensidad) produciría un color amarillo (en este ejemplo que estamos tratando) denominado color secundario. De forma análoga, se obtendrían los otros dos colores secundarios representados en dicho dibujo: el cian y el magenta, por la respectiva combinación (en la misma proporción e intensidad) de los otros dos colores primarios.
¿Y el negro cómo se forma? Pues la explicación es bien sencilla: con la ausencia de los tres colores primarios.
Este disco de color que resulta del experimento anterior, es la clave fundamental para comprender un poco como se forma la imagen en un televisor. Ya que si combinamos estos tres colores primarios, en determinada proporción e intensidad nos va a ir dando cada uno de los diferentes colores que existen en el espectro cromático. Precisamente, en esto se fundamenta el funcionamiento de un tubo de imagen; es decir, una televisión sólo necesita, en principio, disponer de tres colores básicos para reproducir toda la gama cromática que se requiere en cualquier imagen, combinándose en la proporción e intensidad adecuada.
Una forma sencilla de poder ver cómo se van combinando estos tres colores primarios para formar toda la gama cromática, es mediante cualquier programa de dibujo, que por muy sencillo que sea, en la correspondiente opción de elegir y/o modificar el color nos va a permitir ver el correspondiente "disco de color" con la selección de los valores de intensidad de rojo, verde y azul para poder elegir el color más apropiado.