![]() |
|
La sensación que subsiste después de ver Superman Returns es la de haber asistido a una película que
pasará a la Historia del Cine sin mucha trascendencia. La
adaptación de las nuevas aventuras del superhéroe kriptoniano, icono de la
cultura moderna y universal, se centra esta vez en el regreso del hijo pródigo,
en la vuelta a casa de Superman/Clark Kent tras un viaje de cinco años para
comprobar que su planeta natal ha sido definitivamente destruido. Para ello
Bryan Singer aboga por continuar la historia cinematográfica
del personaje creado por Joe Shuster y Jerry Siegel persistiendo en su habitual
tono melancólico (perpetrado en la saga ‘X-Men’), para acercarse al superhéroe
desde un prisma humano, donde Superman desafía sus obstáculos heroicos y
personales enfrentándose a sus temores y enemigos ubicado en una odisea épica
sobre el significado que tiene el superhombre para el mundo.
Singer aborda un viaje espiritual donde se da cita la colisión entre la
era de crisis que vive el mundo y falta de creencia de la sociedad en los
superhéroes (Louis Lane ha ganado un Pulitzer con un artículo titulado ‘Por qué
el mundo no necesita a Superman’ –aunque no sepa escribir ‘fuselaje’-). En este
estrato, donde la fe y una discutible iconografía religiosa latente y evolutiva
van dando la pauta al enfoque del cineasta, en un filme que sólo funciona cuando
la estructura narrativa imita descaradamente al clásico de Richard
Donner.
Pese a que Singer persiste en apartarse de los márgenes del cine
comercial infundiendo a su historia una trascendencia argumental con ambicionado
tono de odisea lírica (y por momentos mesiánica), a ‘Superman Returns’ le falta
intrepidez, instantaneidad, tensión, diligencia y, sobre todo, sentido del
humor. Un elemento que se echa en falta en el rol de Lex
Luthor, sobre el que Kevin Spacey no puede aportar la aguda comicidad
que le confiriera en su día Gene Hackman. Apartado donde sus intérpretes,
Brandon Routh, Kate Bosworth y James Marsden contribuyen con sus adormecidas
actuaciones a darle aún mayor anticlímax al filme. Por no hablar de esa
desagradable actriz que es Parker Posey.
Eso sí, Singer dosifica los efectos especiales, evitando sobreponer el
énfasis estético a la historia, pero devanea en exceso en la introducción de
elementos de tensión, de intriga, de romance y de drama dentro de la acción
superheroica. Asimismo, no hay rastro de entretenimiento ‘pulp’ o ‘bizarro’, de
perversión simbólica y sí mucho de exceso de seriedad y
melodrama romántico y alegórico.
Lamentablemente, Superman Returns se queda en la
medianía ramplona, en una vacua genuflexión hacia el personaje iconográfico,
donde los desmedidos 150 minutos se perciben como una redundancia al estereotipo
que sólo pone logra emocionar cuando suenan las clásicas notas de John Williams
y los pocos instantes en que Singer revisa e imita pasajes del primigenio
Superman, sin haber sabido recomponer la imagen de un héroe que podría haber
dado mucho más de sí en un mundo marcado por el 11-S.
Miguel A.
Refoyo