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C.R.A.Z.Y. cuenta las alegrías y las tristezas de una familia de los extrarradios durante unos 30 años y, sobre todo, la dificultad que tiene un padre para aceptar la diferencia de su hijo Zachary. ¿Tiene elementos autobiográficos?
Me inspiré libremente en la vida de François Boulay, el coguionista, y de los recuerdos que tiene de su padre y de sus cuatro hermanos. Durante la escritura del guión, quise alejarme un poco de sus experiencias personales. Los elementos referentes a la identidad sexual se acercan más a él, mientras que los conflictos internos religiosos y las experiencias de una familia de clase media son más representativos de mi juventud.
En el tratamiento, especialmente en cuanto a los sueños del niño y a la
narración, C.R.A.Z.Y. recuerda a Léolo, de Jean-Claude Lauzon, ¿está de
acuerdo?
Las escenas familiares están compuestas por mucha gente. ¿Es una
complicación añadida tener que dirigir a tanta gente a la vez?
Sí,
así es. Es muy complicado dirigir a todos al mismo tiempo. La primera escena que
rodamos fue la fiesta de Navidad con unos 50 extras. Todos hablaban a la vez,
era muy difícil dirigir a los actores. Encima, me puse enfermo, estaba
convencido de que todo iba fatal. Una semana más tarde, ya lo vi más claro. Una
vez acabada la película, puedo decir que fue un rodaje único, realmente
excepcional. Todos los miembros del equipo tomaron la película como propia y
querían que fuera grande.
Los 60 y 70 son buenos años para rodarlos.
Habla de tolerancia. Zachary, el personaje principal, tiene problemas por
culpa de su orientación sexual. ¿Cree que la película puede ayudar a la causa de
los jóvenes gays que tienen dificultades para asumir su situación o para que les
acepten su familia y sus amigos?