Entre el elegante "thriller" y el perverso drama
La profesora Barbara Covett lleva una solitaria existencia hasta que entra a trabajar en el instituto Saint George. Allí conoce a Sheba, una compañera, y entabla amistad con ella y su familia. Pero Sheba tiene un secreto: mantiene una relación apasionada con un alumno menor de edad. Cuando llega el inevitable escándalo mediático, Barbara ofrece a su amiga un siniestro e incondicional apoyo. Es la sinopsis de un filme que, sin grandes alardes, propicia una película de lo más sugerente, donde subyace una meritoria valentía en los tiempos de corrección política y falsa y maniquea moral que nos rodea. Richard Eyre y su guionista el dramaturgo Patrick Marber disponen de forma perversa y calculada, bajo la normalización de su contenido, una temeraria historia donde se coquetea con pederastia consentida, con la obsesión lésbica y malsana, con la culpa del adulterio y el denominador común que une todos estos elementos: la soledad y la frustración de personajes abnegados, que buscan una excusa para escapar a la medrosa monotonía de sus vidas.
El filme de Eyre fluctúa entre el melodrama de personajes y el "thriller" psicológico, sin perder de vista en ningún momento su oscuro intimismo, el odio y la intensidad que degenera en un sentimiento de traición elaborado con enferma sordidez. Por eso, todos los caracteres son disformes. Procuran esconder sus mentiras y secretos, sin poder evitar que se desgranen en la retrospectiva y subjetiva voz off cruel y devastadora de Barbara, junto con los "flashbacks" que evocan la culpa y el presente distorsionado por lo séptico que reside en la visión de esa vieja solitaria capaz de intoxicar con su maldad un alma inocente, encerrada en una mujer decepcionada con una vida que oprime su libertad interior, pero que a la vez satisface su naturaleza altruista. Para ello, Eyre desglosa su habitual y elegante del estilo narrativo, asentado en la equilibrada disposición con la que plantea una dramática historia que flirtea constantemente con el arduo género del suspense psicológico, bajo una narrativa simple, que mira a sus personajes a los ojos y deja que sean ellos los que contribuyan al avance de la acción, como un silencioso testigo que no juzga, sino que únicamente muestra. El cineasta deja en todo momento que sea el guión de Marber el que exponga su discurso sobre los límites humanos que ocasiona la venenosa disociación del término amistad y lealtad, esquivando a su vez el sensacionalismo y la gratuidad con la que se podría haber narrado la historia.
"Diario de un escándalo" encuentra, sin embargo, su punto fuerte en las maravillosas interpretaciones de Judi Dench y Cate Blanchett. Conscientes el director y el guionista de que la apuesta segura reside en el portentoso ‘tour de force’ de dos de las mejores actrices del mundo actual, la película no desaprovecha el juego de miradas y de solemnidad interpretativa a unos niveles de tensión pocas veces vistos en el cine actual por parte de las dos maravillosas actrices. Por eso, en este apartado, la cinta emerge arrolladora, basando su efecto y estrategia en esta contienda interpretativa que, para suerte del espectador, luce incandescente con dos portentos de actrices exprimiendo sus papeles al máximo. Un filme sórdido en esencia, obsceno en contenido (no tanto sexual como emocional) y comedido en ese conseguido equilibrio, siempre complejo, de los antitéticos conceptos interiorizados en el ser humano que delimitan la bondad y la maldad.