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Octavo trabajo consecutivo de Peter Suschitzky [BSC] (“El Imperio Contraataca”) para David Cronenberg, que utiliza como punto de partida al personaje de una comadrona (Naomi Watts) de un hospital londinense que, tras atender a una adolescente que fallece durante el parto, intenta localizar a algún familiar para que se haga cargo del bebé recién nacido. A través del diario de la joven entra en contacto con el propietario de un restaurante ruso, su hijo y su chófer, los cuales parecen muy interesados en que el caso no salga a la luz.
Promesas del Este resulta novedosa en la filmografía de Cronenberg, ya que por vez primera en su larga trayectoria, en cineasta canadiense no ha rodado ninguna escena en su país natal y lo ha sustituido por la ciudad de Londres. A nivel visual, la fotografía de Peter Suschitzky pretende mantener en todo momento un perfil bajo y pasar desapercibida en la medida de lo posible. Fruto de la casualidad o no (ya que el film retrata personajes de la mafia rusa, incluyendo al cabeza de familia y jefe de la misma), Suschitzky ilumina gran parte de sus interiores con niveles de luz muy bajos y abundante luz cenital, las mismas técnicas que empleara Gordon Willis [ASC] en su mítico trabajo para Francis Ford Coppola en “El Padrino” (1972) y sus continuaciones. Ello le permite, sin grandes estridencias, crear un tono oscuro y una atmósfera opresiva en todas las escenas en que aparecen los rusos. Y en otras ocasiones, sustituye la luz cenital sobre los personajes por iluminación lateral, manteniendo el tono general y aumentando el contraste. La luz generalmente es cálida en los interiores ya que Suschitzky trata de equiparla con el resto de fuentes presentes en pantalla, mientras que en los exteriores nocturnos utiliza una mezcla de geles para simular su procedencia en la luz de sodio de las farolas.
Por el contrario, las escenas en las que aparece la casa y la familia de Naomi Watts se muestran menos estilizadas y dramáticas, quedando retratadas, por lo general, mediante una fuente de luz suave que trata de recrear la luz natural que penetra por las ventanas. También cabe destacar que ni la propia Watts ni Viggo Mortensen reciben tratamiento de estrella en sus primeros planos, aunque no por ello dejen de apreciarse instantes en los que Suschitzky varía la iluminación de los planos generales al acercarse a sus actores. Por otro lado, el trabajo de cámara es sobrio y pausado y en el mismo destaca el empleo de la cámara a distintas alturas (picados y contrapicados) para crear diferentes sensaciones en el espectador, que siempre son potenciadas mediante la utilización de ópticas tendentes al gran angular.
En su conjunto se trata de una fotografía bien realizada, que no busca protagonismo ni es demasiado llamativa, pero cuya sobriedad está a juego con la narración y sirve al conjunto a la perfección.
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por Nacho Aguilar , © zonadvd 2007