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Tercera de las seis colaboraciones entre Alan J. Pakula y el director de fotografía Gordon Willis [ASC], con la que ambos pusieron fin a la llamada "trilogía de la sospecha" -iniciada con Klute (1971) y seguida con El Último Testigo (1974)- con esta adaptación para la gran pantalla de la investigación llevada a cabo por los periodistas del Washington Post Bob Woodward y Carl Bernstein que desenmascaró las actividades ilegales del Partido Republicano en el caso Watergate, cuyo escándalo tuvo como consecuencia la dimisión del presidente Richard Nixon.
Partiendo del mismo concepto de verosimilitud de las dos películas anteriores, "Todos los hombres del presidente" es sin embargo un film más elaborado que aquéllos al estar narrando no ya una conspiración pausible pero imaginaria (caso de El Último Testigo), sino unos hechos que en el momento de la filmación eran tan tremendamente polémicos como de actualidad (la dimisión de Nixon se produjo sólo diez meses antes del comienzo de la filmación). Por ello la pelicula cuenta con vistosas localizaciones y espléndidos decorados de George Jenkins (que fue galardonado con un Oscar por su trabajo), destacando especialmente la sede del propio Washington Post, que fue creada en los estudios Burbank de California y cuya verosimilitud sostiene gran parte de la película. En cierto modo, el aproximamiento de los cineastas hacia dicho decorado condiciona el trabajo de Willis en todo el film, ya que la iluminación del Post utiliza unos niveles mucho más altos (a base de fluorescentes integrados en el techo con un imperceptible relleno a la altura de los ojos) que los habituales por aquélla época en el director de fotografía neoyorquino.
También dicho decorado fue posiblemente la causa de que los cineastas renunciaran al formato panorámico anamórfico de sus dos películas anteriores, puesto que si por algo destacan las secuencias que en él transcurren es por el magnífico uso de la profundidad de campo, ya que la puesta en escena siempre sitúa a uno de los personajes en primer plano mientras que en los fondos siempre se ve perfectamente como los figurantes (espléndidamente dirigidos) realizan labores cotidianas en la redacción. Dicho efecto no sólo está logrado mediante el uso de altos niveles de luz y diafragmas cerrados, sino que también en ocasiones está realizado mediante un extraordinario uso de lentes bifocales (split-diopters) magnificamente escondidas y que incluso son utilizadas en planos en los que la cámara se mueve o hace un levísimo uso del zoom (como por ejemplo, el plano de seis minutos de Robert Redford al teléfono, o el que cierra el film).
Quizá por ello, el resto de la película, aún manteniendo los caracteres habituales de Willis (como sus buenas composiciones de imagen y sobrio trabajo de cámara basado amplias tomas, luz cenital e iluminación justificada), resulte un poco más luminoso que otros de sus films de la época, no sólo porque parte de las investigaciones de los periodistas tienen lugar en exteriores diurnos, sino también porque los niveles de oscuridad que aquí emplea en los interiores son menos intensos, lo que tiene como consencuencia una fotografía menos paranoica o claustrofóbica que la de las dos colaboraciones anteriores de Willis y Pakula. A este respecto, en Todos los hombres del Presidente Willis sí utiliza grandes unidades de iluminación en exteriores nocturnos e incluso rueda las secuencias en que los personajes viajan en coche en estudio con retroproyección, creando bonitos y creíbles efectos lumínicos sobre sus rostros, por lo que el estilo general resulta menos crudo y aunque continúa teniendo una gran base de realismo, resulta algo menos personal e interesante que el de otros trabajos de su autor, sacrificado aquí al servicio de la historia.
Con todo, Willis tiene la oportunidad de mostrar su talento e imaginería habitual en durante los encuentros de Wodward con el informador "Garganta Profunda", cuya condición anónima y su desconocida procedencia permiten al operador volver a las tinieblas.
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por Nacho Aguilar , © zonadvd 2006