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Segundo trabajo de Rodrigo Prieto [AMC, ASC] con Alejandro G. Iñárritu, tras el éxito obtenido con Amores Perros. La fotografía de este intenso drama de personajes y situaciones entrecruzadas se caracteriza, desde el punto de vista técnico, por el empleo de diversas emulsiones durante el rodaje para crear diversas texturas de imagen en cada escena.
De esta manera, cuanto más duro y desagradable es un momento del film, la capa de grano que aparece en pantalla es mayor. Para ello, Prieto cuenta con la inestimable ayuda ocasional del revelado forzado (causando más grano) y especialmente del Bleach-by-Pass, que aumenta considerablemente el contraste de las imágenes y produce negros más intensos. El estilo de iluminación es naturalista, con frecuentes áreas del fotograma sobreexpuestas en torno a las fuentes lumínicas, mientras que la mayor parte del film, rodado con objetivos tendentes al gran angular, utiliza la cámara al hombro, potenciando así la sensación de inmediatez pretendida por los cineastas.
Sin embargo, como la propia película, la fotografía termina por dejar frío debido a su excesiva estilización, que no parece encontrar su plena justificación en la historia y acaba pareciendo un recurso estético utilizado arbitrariamente a pesar de resultar atractivo visualmente.
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por Nacho Aguilar , © zonadvd 2006