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La única colaboración entre Roman Polanski y el director de fotografía inglés Douglas Slocombe [BSC] supuso la primera incursión del director de origen polaco en el formato Scope, que utilizaría con gran acierto en algunos de sus clásicos como MacBeth, Chinatown o Tess. Asimismo, también es una de sus escasas incursiones en el género de la comedia, en esta ocasión realizando una parodia de los tópicos del cine de vampiros con la historia de un loco profesor y su torpe ayudante que van a parar a un castillo habitado por vampiros tras seguir la pista de una muchacha secuestrada.
Rodada íntegramente en estudio -excepto algunos planos de segunda unidad-, El Baile de los Vampiros cuenta con un estupendo diseño de producción de Wilfred Shingleton y en ella Slocombe realiza un trabajo en el que destaca el uso de los segundos planos y de los fondos, muchos de ellos enfocados mediante el estilo deep focus que le caracterizaba. A pesar de la necesidad de emplear grandes unidades de iluminación (como en la famosa secuencia del baile) para lograr esa profundidad de campo, numerosas escenas nocturnas están resueltas con niveles de luz no demasiado altos, por lo que se consigue un aspecto nocturno apropiado sin caer en la típica sobreiluminación de la época.
No obstante, como en todos los trabajos de Slocombe, la fotografía está más caracterizada por la elegancia de su trabajo de cámara y por sus composiciones de imagen que por su realismo o naturalidad, situándose conscientemente en un estilo teatral que le va como anillo al dedo al film al mismo tiempo que saca un gran partido a sus decorados.
Por todo ello, posiblemente lo peor de la fotografía sean las escenas de segunda unidad que abren y cierran el film (ocasionalmente como fondos utilizados con retroproyección en estudio), que están rodadas en noche americana y ni se intercalan demasiado bien con el resto del metraje ni crean un efecto particularmente creíble.
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por Nacho Aguilar , © zonadvd 2006