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Película acerca de la decadencia de una rica familia de Indianápolis a finales del siglo XIX, puesta de manifiesto en el engreído heredero del imperio, que se enamora de una mujer cuyo padre estuvo relacionado con su propia madre antes de su nacimiento, lo que le sirve a Orson Welles para crear un tejido de pasiones, orgullos y envidias magníficamente fotografiado por Stanley Cortez [ASC] en su única colaboración con el director.
Se trata de una película con una puesta en escena exquisita, demostrando que la capacidad que Welles había mostrado el año anterior con Ciudadano Kane no había sido ninguna casualidad, y en la que destaca principalmente la famosa escena inicial, la fiesta en casa de los Ambersons, brillantemente iluminada por Cortez y en la que la cámara de Welles se mueve con suma elegancia entre los invitados, con un elaborado juego de primeros y segundos planos favorecidos por el empleo de una gran profundidad de campo que permite mantener enfocado todo el decorado. Para ello, la cantidad de luz a utilizar era tremenda, y el tiempo utilizado por Cortez para preparar los planos le llevó a enemistarse con el director, que le consideraba un operador excesivamente lento.
Sin embargo, de dicha escena inicial en adelante, la película va adquiriendo un tono mucho más dramático y menos amable de la mano de la atmosférica fotografía de Cortez, que comienza a hacer uso de un estilo más expresionista, con más sombras y contrastes no sólo en los actores sino también en los decorados, estilo que culmina en las escenas finales en las que la fuerte iluminación produce sombras durísimas en los momentos de mayor intensidad dramática. El estilo de filmación incluye, además de los grandes angulares que tanto gustaban a Welles, algunos travellings que hacen las veces de planos-secuencia, así como escenas íntegramente filmadas desde un único ángulo y sin mover en absoluto la cámara.
No obstante, la película, como tantas otras de su autor, fue masacrada por el estudio en la fase de montaje y varias secuencias fueron rodadas por otros cineastas, rompiendo el estilo de Welles, como por ejemplo la escena de la vuelta de Eugene a casa de Isabel casi al final del film, rodada desde un único ángulo pero con la cámara moviéndose hacia los distintos personajes con composiciones muy descompensadas.
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por Nacho Aguilar , © zonadvd 2006