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Esta monumental adaptación de la novela semi-autobiográfica de Boris Pasternak se centra en la historia de amor adúltero entre un médico idealista perteneciente a la aristocracia y la esposa de un revolucionario, en la época de la guerra civil rusa. Filmada con gran abundancia de medios a continuación del éxito de crítica y taquilla de Lawrence de Arabia, David Lean se rodeó del equipo técnico de aquélla con excepción del director de fotografía Freddie Young [BSC], que fue sustituido por Nicolas Roeg [BSC], quien había sido uno de los operadores de segunda unidad en el anterior film.
Rodada casi de manera íntegra en España –excepto algunas secuencias ferroviarias y de nieve que se filmaron en Finlandia-, se utilizaron localizaciones en la provincia de Granada y de Soria, así como Madrid capital y su sierra. El diseñador de producción John Box realizó uno de los mayores y más fascinantes decorados de la historia del cine en Madrid –junto al cementerio de Canillas- en el que reconstruyó varias calles de Moscú, con sus tiendas y casas con interiores reales, así como un tranvía e incluso el Kremlin en perspectiva forzada.
Sin embargo, Roeg fue rápidamente sustituído por Lean puesto que el director tenía en mente un aspecto más clásico que el que le proponía Roeg, cuya pretensión era iluminar a los actores de manera más natural y menos recargada. Lean contactó de inmediato con Young, quien se incorporó tras un fin de semana en el que Manuel Berenguer [ASC], director de fotografía de la segunda unidad, hizo las labores de primer operador.
Gracias al magnífico trabajo de John Box en los decorados y de Phyllis Dalton en el vestuario, la primera parte de la película tiene un aspecto casi monocromático en el que dominan los colores negros, grises, marrones y azul oscuro para la noche, con el fin de romper brutalmente este esquema con la primera aparición de los revolucionarios y sus banderas rojas en la marcha nocturna que termina en masacre. En estas secuencias iniciales se aprecia, asimismo, un enorme esfuerzo por mostrar una continuidad entre los interiores de los decorados y los exteriores –con frecuentes planos interiores que permiten que se vean los exteriores- lo cual exige un enorme esfuerzo constructivo en las propias localizaciones así como altos niveles lumínicos para igualar ambas zonas.
La fotografía de grandes exteriores hace acto de presencia en la segunda parte del film, con grandes vistas de campos nevados, trenes, bosques, pinares o estepas que siempre tienen una gran calidad visual gracias a la cuidadosa elección de la luz natural lograda mediante la observación de los mejores momentos de ésta a lo largo del día.
Los interiores muestran la exquisita técnica de Young a la hora de iluminar los decorados –la cual en las localizaciones de Lawrence de Arabia únicamente pudo mostrar esporádicamente- con gran cantidad de unidades de iluminación con una función específica (luz de fondos, luz lateral, contraluz, luz principal, luz de ojos, etc) como si de blanco y negro se tratara, de manera que esculpe en luz a los actores mientras que, gracias a la mezcla de zonas de claridad y sombra, nunca parece caer en la sobreiluminación. Por si el aspecto no fuera suficiente, el trabajo de cámara -de Ernest Day [BSC]- no es menos brillante, mostrando composiciones de imagen que hacen un uso completo del ancho de formato panorámico anamórfico y maravillosos y elegantes movimientos.
Aunque todas estas virtudes –por sí solas- habrían hecho de Doctor Zhivago una de las películas filmadas con mayor clase y elegancia de la historia del cine (por la magnificencia de medios, uso del color, tomas exteriores, brillante iluminación y composiciones de imagen) son momentos de genuina inspiración visual los que la convierten en un triunfo absoluto: la nieve que borra la sangre de la matanza de los revolucionarios, la vela que descongela el cristal permitiendo ver poco a poco la discusión en el interior de la estancia, la oscuridad en la que queda envuelto el personaje de Zhivago en su despedida de Lara o todos y cada uno de los primeros planos de ésta; todos ellos elementos tremendamente teatrales pero de un colosal significado narrativo y de una descomunal belleza que elevan este maravilloso trabajo a hito de la fotografía cinematográfica. Ganadora del Oscar a la mejor fotografía y del premio de la British Society of Cinematographers. Panavision.
por Nacho Aguilar , © zonadvd , 2006