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Segunda adaptación cinematográfica del relato de John W. Campbell, Jr. -ya llevado al cine en 1951 en la película “El Enigma de Otro Mundo” (dir: Christian Niby, fot: Russell Harlan, ASC)- acerca de un grupo de investigadores aislados en el polo sur que se encuentran con un ser de procedencia extraterrestre capaz de mutar y adaptarse a otras formas de vida. “La Cosa” fue una producción de alto presupuesto de la Universal, la cual intentaba obtener un nuevo éxito en un género puesto de moda tras “Alien”.
Sin embargo, la película de John Carpenter, aún teniendo ciertas similitudes temáticas con la de Ridley Scott, apuesta decididamente en todos los aspectos por una estética mundana y cercana al espectador, en contraposición al mundo distante y futurista recreado por el director británico. Por ello, a pesar de algunas localizaciones muy vistosas en Alaska y la Columbia británica, en grueso del film está rodado en convincentes interiores de estudio que recrean la base de investigación, en los que Carpenter ejecuta su tradicional y económica puesta en escena con su sabio manejo del encuadre de Scope, objetivos gran angular y puntuales travellings de Steadicam, confiando en los efectos visuales de Albert Whitlock y en el sensacional maquillaje de Rob Bottin para impresionar al espectador.
En la dirección de fotografía contó una vez más con Dean Cundey [ASC] -en el cuarto de sus cinco trabajos conjuntos- y el futuro colaborador de Robert Zemeckis y Steven Spielberg ejecuta un trabajo competente y adecuado, aunque raramente brillante. Más allá de algunas tomas exteriores que abren la película, el grueso de la misma transcurre en interiores no demasiado interesantes, en los que el operador ejecuta una iluminación mixta, ya que por un lado ilumina los decorados con luces presentes en pantalla y al mismo tiempo siempre reserva una fuente directa para cada actor, por lo que a pesar del buen aspecto del film, la sensación de oscuridad es menor que de haber existido grandes zonas de penumbra, con los personajes menos iluminados y un mayor número de siluetas en pantalla.
Además de algunas mezclas de colores bastante logradas –especialmente cuando aparecen simultáneamente rostros iluminados por llamas y fondos azules que simulan la noche de la Antártida- lo mejor de la fotografía son las clásicas y cuidadas composiciones del director, aprovechando todo el ancho de la pantalla en planos estáticos o mediante cuidados movimientos de cámara, llegando a utilizar lentes bifocales (Split-diopters) para mantener enfocadas acciones en primer y segundo término en una misma toma, dada la escasa profundidad de campo fruto del rodaje con objetivos anamórficos casi a máxima apertura (T/2.8).
Cundey únicamente se lanza a llevar a cabo una iluminación más sugerente y arriesgada en la recta final, en la que las luces presentes en pantalla simulan ser la procedencia de la luz y la oscuridad se apodera de los actores y el decorado, de forma que la atmósfera y el interés aumentan significativamente. Por consiguiente, “La Cosa” cuenta con una fotografía que cumple sobradamente con sus propósitos, pero si Cundey hubiera ido un poco más allá en sus planteamientos podría haber sido todavía mejor, acercándose a sus primeros y más logrados trabajos con el director neoyorquino.
Kodak 5247 (125T). Objetivos anamórficos de la serie C de Panavision.
Nacho Aguilar © zonadvd 2007